Siempre he amado la fotografía… y contar historias. Recorrer rostros, caminos, luces… y sombras. No tengo la menor idea de lo que puede llegar a durar una vida. Ni lo interesante o no interesante -el aburrimiento rige en demasiados corazones- que puede suceder dentro de ella. Pero de lo que sí estoy claro, es de la maravillosa y perfecta división de un segundo en mágicas fracciones de luz y color. Y eso en mi mundo, en mi mente sería más acertado, es un argumento más que suficiente para incluso dejarse la vida robar. Un “cientoveinticincoavo” de segundo puede ser lo más parecido a la eternidad…
Y se hizo la luz… Y eso ocurrió en alguna lejana tierra al otro lado del vasto océano…